Monday, February 21, 2011

 

La mayoría

Que las palabras y las oraciones son ambiguas es un lugar común que nadie cuestiona. La ambigüedad es un tema de discusión en las disciplinas del lenguaje desde el principio, y fue hace mucho considerada como una limitación, un defecto de los lenguajes naturales. Hoy en cambio, se ve la ambigüedad como un resultado natural de la estructura lingüística, e incluso como una muestra de eficiencia y economía en el uso de recursos expresivos.

Sin embargo, es claro que no se puede dejar que la ambigüedad campee a sus anchas en nuestros enunciados. Quien escribe, quien habla, tiene la responsabilidad de hacer que su interlocutor entienda su mensaje de la manera apropiada. Eso precisamente constituye una de las características cruciales del buen hablar o del buen escribir: que sepamos controlar los sentidos de nuestro texto. Un texto, toda pieza de lenguaje, naturalmente produce numerosos sentidos, sin que el hablante tenga que hacer otra cosa más que hablar. La eficiencia al hablar o escribir no consiste en producir esos sentidos (que vienen gratis), sino en conducirlos hacia una meta coherente. Para hablar o escribir bien, no es necesario (y ciertamente, no es suficiente), que nos pasemos la vida identificando arbitrarias marcas gramaticales como buenas o malas; lo que es indispensable es que sepamos combinar nuestras expresiones de manera que formen un todo armonioso de sentido.

Por supuesto, hay ocasiones en que las expresiones se dejan como ambiguas a propósito, para insinuar una idea sin necesidad de decirla directamente. La campaña electoral es el escenario ideal para ese tipo de estrategias, por supuesto. Me permito poner un ejemplo un poco escondido.

La palabra mayoría tiene en español (al menos) dos sentidos relacionados pero distintos. Puede referirse a una cantidad que representa más de la mitad del total; por ejemplo, si hay seis candidatos y 100 votos en total, y uno de los candidatos obtiene 51 votos, entonces podemos decir que ha recibido la mayoría de los votos. Este sentido se recoge de manera más precisa en la expresión mayoría absoluta.

Pero, también puede referirse a la cantidad mayor, en relación con otras cantidades menores que constituyen el total. En nuestro ejemplo de seis candidatos y 100 votos, si un candidato recibe 40 y los otros se reparten el resto sin que ninguno alcance los 40, entonces también podemos decir que el candidato con 40 ha recibido la mayoría de los votos, en el sentido de que ha recibido la mayor cantidad de votos. La expresión mayoría relativa recoge este segundo sentido más precisamente.

Si la expresión mayoría es ambigua, entonces se puede en efecto usar en cualquiera de esos dos sentidos, sin que se le acuse al usuario de ningún defecto gramatical o mal uso léxico. Pero mantener la ambigüedad no es inocente.

En el titular del diario Diario16 que ilustra el post, se dicen dos cosas. En el titular grande se lee:

44% cree que Toledo ganará.

En letras más pequeñas se puede leer también (hacer click en la imagen para ampliar y ver mejor el gorro):

Mayoría piensa que candidato de Perú Posible será nuevamente Presidente

Claramente, no se trata del primer sentido, el de mayoría absoluta, sino más bien del segundo sentido, el de mayoría relativa. No hay duda de que las necesidades del espacio son angustiantes en un diario, especialmente si se trata de los titulares. Pero si se tiene en cuenta que la primera vuelta en el Perú se gana con mayoría absoluta y que Toledo está todavía lejos de esa meta, al menos es razonable preguntarse cuál es el sentido último de ese titular.

Es posible, incluso es lo más probable, que se trate simplemente de una estrategia para ahorrar espacio. Pero eso precisamente confirma lo que decía al principio: la ambigüedad surge naturalmente en el uso lingüístico, sea que nos lo propongamos o no. La tarea de escribir bien, la responsabilidad al hablar, consiste no en producirla, sino en controlarla, encauzarla, darle una meta. Cuando descuidamos eso, aunque sea por atender otras necesidades urgentes, como en este caso, es que nuestro discurso se vuelve menos eficiente---por supuesto, también existe la posibilidad de que se trate de una ambigüedad deliberada; si es así, el problema no es la eficiencia, sino la responsabilidad.

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SE LEE

En el titular del diario Cambio16 que ilustra el post, se dicen dos cosas.

DEBE DECIR

En el titular del diario Diario16 que ilustra el post, se dicen dos cosas.

Un abrazo
 
Muchas gracias por la observación. Corregido.
 
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