Monday, July 30, 2007

 

La jerga nacional

Hace unos días, el programa peruano de televisión Tres G dedicó una de sus ediciones al léxico coloquial del español peruano (o al menos, el de las ciudades, y en particular, el de Lima). Para conversar al respecto, invitó a tres expertos. Uno de ellos fue el lingüista Agustín Panizo, especialista en lexicografía, y antiguo colega mío en la Universidad Católica, quien ha venido estudiando el fenómeno durante cinco años. Además estuvieron, Fedor Larco, publicista y autor de un Diccionario de la Jeringa Peruana, y Julio Hevia, conocido psicoanalista. Junto con los entrevistadores, armaron una conversación digna de escucharse acerca de las razones detrás de la constante renovación del léxico coloquial en ciertos grupos sociales y generacionales. Afortunadamente, los videos están en Youtube, así que los invito a verlos.

Debo añadir que encuentro muy satisfactorio el hecho de que exista un programa en la televisión que se dedique a conversar serenamente sobre los diversos asuntos de la cultura y las prácticas sociales en el Perú. Yo lo veo por primera vez y estoy gratamente impresionado: consigue un tono ligero para tratar temas que son serios.




Parte 1: Presentación


Parte 2: Cómo nace


Parte 3: Cambios generacionales


Parte 4: Entre los tablistas


Parte 5: Cierre

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Saturday, July 21, 2007

 

¿A qué extremos puede llegar la imbecilidad y el complejo?

Esa es la interrogante que se plantea Andrés Bedoya Ugarteche, comentarista del Diario Correo (según me entero en el blog de Nila Vigil). El texto del columnista, curiosamente, ejemplifica la materia con extrema sordidez:

¿Sabían ustedes que la Real Academia Española de la Lengua ha decretado que “hijo de puta” y “comunista” son sinónimos? ¿Y sabían que la Imperial Academia Quechua de la Lengua se opuso a esa disposición bloqueando carreteras? Afortunadamente, la Asociación Mundial de Academias de las Lenguas declaró que el quechua no es idioma, sino una huevada sin escritura y con no más de 500 vocablos... ¡y esto!, procediendo luego a desconocer a sus “amautas”.
Andrés Bedoya Ugarteche. Correo. 19 de julio del 2007

Aclaremos algo primero: Bedoya Ugarteche miente con descaro. La RAE (que se llama simplemente Real Academia Española, no "de la Lengua") nunca ha cometido ni cometerá jamás semejante dislate. La Academia Mayor de la Lengua Quechua no se dedica a bloquear carreteras (y menos la imaginaria Imperial Academia Quechua de la Lengua). No existe una Asociación Mundial de Academias de las Lenguas, pero si existiera, nunca declararía que el quechua no es un idioma ni que tiene solo 500 palabras, porque cualquier persona mínimamente informada sabe que el quechua es una lengua plena con miles de vocablos, que además es el vehículo de comunicación diaria de millones de personas (y medio millón de esas personas viven en la misma ciudad que Bedoya Ugarteche, a saber, Lima).

Fácil sería decir que el columnista es un loco de atar y olvidarse de él. Pero eso no es correcto. Bedoya Ugarteche no dice eso porque está loco (tampoco Stalin, Hitler, Pol Pot o Abimael Guzmán estaban locos). Lo dice porque quiere establecer un presupuesto de superioridad, una atalaya para mirar hacia abajo, una torre inaccesible desde la cual escupirles a sus semejantes. Y lo hace con la herramienta más vieja del mundo: el desprecio por la forma de hablar de los demás. No se detiene ante la falta de evidencia, o ante la falta de opiniones confirmatorias; de hecho, inventa sus autoridades con desparpajo. No es una casualidad que invoque decretos imaginarios de ficticias "Academias de la Lengua": quiere refugiarse en la solemnidad del discurso prescriptivo.

Al comienzo de su texto nos cuenta:

Pero hay acomplejados que piensan que poniéndoles a sus hijos nombres gringos--o gringoides--los hacen menos lorchos. ¿A qué extremos puede llegar la imbecilidad y el complejo? De allí nacen los nilvers, los roberts, los edgars, los hammers y tantos otros. Naturalmente, con esos apelativos tan ridículos, lo único que se consigue es acentuar el complejo y que la víctima se sienta realmente inferior, con lo cual la inferioridad deja de ser un complejo y se convierte en un hecho real.
Andrés Bedoya Ugarteche. Correo. 19 de julio del 2007
Ese es el paso central de su coartada: establecer que existe alguna forma de inferioridad asociada a ciertos nombres. Como si llamarse Edgar o Robert revelara alguna limitación misteriosa e indefinida, como si fuera una peste, una maldición que balda a las personas. Introducido este elemento mágico, el columnista puede dar rienda suelta a sus propios complejos:
el “gloriosísimo pueblo” está compuesto, en su inmensa mayoría, por subvertebrados inútiles y a los que es muy fácil arrear hacia lo que sea. [...] se reproduce e infesta, por lo general, el sur del Perú, en donde tropillas y manadas de ignaros subhombres están siempre dispuestas a quemar llantas, linchar autoridades, bloquear carreteras, atacar a la gente decente, y demás actos típicamente peruanos.
Andrés Bedoya Ugarteche. Correo. 19 de julio del 2007
Apenas es una sorpresa que termine su texto con ese reguero de elucubraciones insensatas sobre las academias y el quechua, que comentamos al principio.

Ahora bien: si vamos a develar sus trampas, hagámoslo del todo. A menos que comparta los prejuicios y complejos del columnista, quizá el lector se crea distante de tales conclusiones y exabruptos. Pero tenga cuidado. La próxima vez que se sienta incómodo porque alguien aboga en favor de las lenguas en peligro de extinción, o porque dice hubieron o haiga, o aperturar en vez de abrir, o manager en vez de gerente, o tenga ganas de reírse de Pancracio o Margarito, acuérdese de Bedoya Ugarteche. Tal vez descubra su sombra y su espejo.

Algo más. El lector acucioso habrá notado que la frase ¿A qué extremos puede llegar la imbecilidad y el complejo? contiene un sujeto coordinado (la imbecilidad y el complejo) con un verbo en singular (puede llegar). No se preocupe. Se trata del famoso efecto de la concordancia con el primer elemento coordinado (activo en español, inglés y otras muchas lenguas, incluido el hebreo bíblico). Es incluso un caso aceptado por la RAE, que a la letra recomienda:
si [los elementos coordinados ] se conciben como una unidad, de la que cada uno de ellos designa un aspecto parcial, el verbo puede ir también en singular: «El desorden y la algarabía es total».
Real Academia Española. Diccionario de Dudas y Dificultades. Concordancia
Bedoya Ugarteche, como todos los seres humanos, habla sin errores. Sin errores gramaticales, quiero decir.

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Malas palabras: homenaje a Fontanarrosa

Como ya es bien conocido, hace un par de días murió Roberto Fontanarrosa, uno de los más brillantes caricaturistas argentinos, quien era también cuentista y novelista. Yo quiero sumarme a los justos homenajes que está recibiendo, recordando, con el Director de la RAE, que Fontanarrosa dio un discurso en el III Congreso Internacional de la Lengua Española (celebrado en Rosario, su ciudad natal) sobre la internacionalización del español, que dedicó enteramente al tema de las malas palabras. Reproduzco fragmentos del discurso:

Un Congreso de la Lengua, es más que todo, para plantearse preguntas. Yo como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué?, ¿quién dice qué tienen las malas palabras?, ¿o es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas?, ¿son malas porque son de mala calidad?, o sea que ¿cuando uno las pronuncia se deterioran? o ¿cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?
Obviamente, no se quién las define como malas palabras, tal vez sean como esos villanos de viejas películas como las que nosotros veíamos, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas, lo que yo pienso es que brindan otros matices muchas de ellas. [...] Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. [...] tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere, entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba. [..] Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso, lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar.
Roberto Fontarrosa. 18 de noviembre del 2004

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Wednesday, July 18, 2007

 

Babel hispana

Gracias a mi buen amigo Miguel Rivera, me entero de la existencia de este poema (recientemente publicado en Libertad Digital) que forma parte del debate sobre las lenguas minoritarias en España. Fray Josepho (ese es el seudónimo de su autor) critica las acciones tomadas por los gobiernos de varias comunidades autónomas en favor de las lenguas regionales, que retan la preeminencia del castellano en la Península Ibérica---para una opinión diferente, puede verse aquí un artículo del historiador catalán Joan B. Culla i Clarà.

Transcribo a continuación una parte del texto.

Enxiemplo de la Babel hispana

Grado a Santo Tomás, venerable e beato,
que de universidades e de bachillerato
es el santo patrono, e faremos acato
maguer los mandamases le dan mucho maltrato.

Si el d’Aquino me adjuva, contar he la desdicha
que sucede en Hispania, do el poder se encapricha
en maltratar la lengua, tanto escripta cual dicha.
Empeçar he, si un lío non me fago en la picha.

El romançe de Hispania más común de la xente,
en que se comunican el de acá et el de enfrente,
el sabidor juicioso al egual que’l nesçiente,
este es el castellano, al menos, al presente.

Tant’es el castellano común en Çeltiberia
que maguer que del çentro, se fabla en periferia,
e lo emplea el que es rico commo el que ha laçeria,
e siempre ennos estudios s’assigna qual materia.

Otrora el castellano llamábase español,
e dentro en sus dominios non se ponía el sol,
mas arribó un buen día un tal Jordi Pujol
e dixo: al castellano hay que poner control.

Tened presente, amicos, que d’un tiempo a esta parte
ya el noble castellano non es un estandarte,
e muchos lo denigran e lo dexan aparte,
et en muchas regiones quasi ya ni se imparte.

Sabet que en Catalonia, condado de Aragón,
el romanz de Castiella soffre desatençión,
abandono, descrédito, vilipendio e baldón,
e a los que lo fablaren les façen inmersión.

Non pueden castellano estudiar los infantes,
ca diçen que era lengua que se aprendía enantes,
et agora es idioma de vagos e maleantes,
e de xarnegos tachan a todos sus fablantes.

Otrosí en essas ínsulas que diçen Baleares,
do fablan paresçidos romançes familiares,
impedir han agora de guisas similares
que en romanz castellano te eduques e prepares.

Et travesando el piélago, unas leguas acá,
el reino de Valençia, que quasi enfrent’está
el romanz castellano muy poquiello se da,
ca priman la su fabla, que llaman valençiá.

Et en el Finis Terrae, do s’encuentra Galiçia,
cuia lengua el rey Sabio escribió con periçia
agora el castellano allí non se propiçia,
e grand sabeduría ansí se desperdiçia.

Et çerca, ennas Asturias, foméntase ya el
bable, e maguer toda vía non es inexcusable,
quiçab en unos años pudiera ser probable
que el romanz de Castiella mucho menos se fable.

Et essas industriosas provinçias Vascongadas,
las quales nunqua fueron mui bien romaniçadas,
de castellán-fablantes están abarrotadas,
maguer diçen que tienen que ser “normaliçadas”.

Por ende en Vascongadas la classe se efectúa
en rara jerigonza que le llaman batúa,
et si non la quisieres, pues fuye et evacúa,
ca agredir al reaçio por allí se habitúa.

Et enna Extremadura chamullan el castúo,
maguer en las escuelas aún no lo sitúo,
mas dadles presupuesto –lo qual non insinúo–
et cambiar ha, sin dubda, aqueste statu quo.

El panocho es la jerga de Murçia, la huertana,
do las gentes s’expresan commo les da la gana,
mas hogaño dan classes en lengua castellana,
quiçab las stultiçias esperan a mañana.

Et allá en Aragón inventaron la fabla,
enna qual quasi nadie conversaçión entabla,
mas por obra del diablo –o quiçab de la diabla–
accabar han poniéndola en classe a raxa tabla.

Ennas islas atlánticas, dichas Afortunadas,
quieren fablar el guanche, e más xilipolladas,
et non fallarás forma que d’esso los disuadas
ca todas las sandeçes están subvençionadas.

Enna tierra del Sur de nomme Andaluçía
non hay lengua vernácula, al menos toda vía,
mas ya hay quienes pretenden distinta ortographía
et quiçab que fablemos en torpe algarabía.

En Castiella-La Mancha, que antes era la Nueva
al egual que en la Vieja tal veç alguien promueva
alguna jerigonza commo agora se lleva…
¡Espero, de momento, que non caiga la breva!

Et allá en Magerit, do se encuentra la Corte,
que está, dende Toledo, un poquiello hacia el Norte,
non semeja que hoy tal usanza s’importe:
maguer fablan el cheli, en classe les da corte.

[...]

Estando ansí las cosas, ¿commo actuaremos nos?
¿Debemos, tras los contras, también de ver los pros?
Yo non lo sé, germanos, ca ya me da la tos…
Dar he un trago de vino. E nada más. Adiós.

Fray Josepho. Libertad Digital. 16 Julio del 2007

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Thursday, July 12, 2007

 

Instituto Lingüístico de Invierno

El Blog de Nila Vigil
Gracias a este post en el Gran Combo, me entero de que Nila Vigil, excelente lingüista peruana dedicada a la educación bilingüe (y mi antigua compañera de estudios en la Universidad Católica), ha abierto, ya hace unos meses, un blog sobre los cruciales temas a los que ha dedicado su profesión. Activista de los derechos lingüísticos, Nila es una de esas envidiables investigadoras que se ha atrevido a salir de la comodidad del campus universitario para internarse en el mundo en busca de los hablantes, a quienes reconoce no solo como mero objeto de estudio sino como seres humanos a cuyo bienestar la lingüística tiene algo que contribuir. Los invito a leer su blog, llamado Instituto Lingüístico de Invierno, y acompañarla en la importante tarea a la que nos convoca: pensar el lenguaje desde los hablantes.

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Sunday, July 08, 2007

 

Posición de Perú esta respalda por inexistente tratado de límites marítimos

El verbo respaldar significa apoyar, garantizar. Por esa razón, requiere un agente capaz de ofrecer apoyo, garantías o protección. Evidentemente, no solo las personas son posibles como agentes de respaldar. Los hechos también sirven para respaldar una posición. Que algo no exista califica ciertamente como un hecho. En ese sentido, la inexistencia de algo sin duda puede servir de respaldo a una posición. Por ejemplo: la inexistencia de coartada respalda la versión del fiscal. Es un poco más difícil imaginar, sin embargo, que algo que no exista respalde una posición: Una inexistente declaración respaldó la versión del fiscal. En este segundo caso, no es el hecho de que la declaración no exista lo que se indica como respaldo, sino la declaración misma, que se afirma inexistente. ¿Cómo podría algo inexistente ser un agente capaz de apoyar o proteger? Ciertamente no puede ser. Pero, curiosamente, sí parece posible usar la expresión inexistente x para querer decir el hecho de que x no existe:

Posición de Perú esta respalda por inexistente tratado de límites marítimos
El ex integrante de la Corte Permanente de Arbitraje Internacional de la Haya, Roberto Mac Lean, opinó que la posición peruana sobre el diferendo marítimo con Chile es en términos jurídicos, "formidablemente sólida". Mac Lean que también forma parte de la Comisión Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores para este caso, sostuvo que la posición del Perú está respaldada por la inexistencia de un tratado de límites marítimo, así como por la característica geográfica de la zona al permitir la aplicación de una línea equidistante para solucionar la discrepancia.
La República, 8 de julio del 2007

Por supuesto, la conversión de la inexistencia de un tratado en inexistente tratado se debe a la necesidad de colocar un título corto. Lo notable aquí es que el titulador entienda que mantiene el mismo sentido, sin advertir que, al menos, introduce una nueva interpretación que es contraria a la intención del artículo: si la posición de Perú esta respalda por un inexistente tratado de límites marítimos, una interpretación posible es que la posición del Perú no está respaldada en nada.

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Wednesday, July 04, 2007

 

El Reino de Cervantes: ¿a costa de las "lenguas minúsculas"?

Desde hace ya varios años, don Gregorio Salvador ha venido conduciendo una fiera batalla en defensa del castellano. No ha sido, a diferencia de lo hecho por otros, ni un terco encierro en trincheras puristas, ni una alborotada protesta por la novedad. Al contrario, el actual vicedirector de la RAE, como pocos de sus colegas, ha mostrado siempre una disposición amable hacia el cambio lingüístico y una postura razonable frente a la diversidad al interior del español, incluido el Spanglish (no en vano, es un dialectólogo). Su buen juicio, sin embargo, se ha visto nublado en varias ocasiones por su nacionalismo español. Sus opiniones sobre la situación lingüística en la Península han sido todo menos objetivas y serenas, y han recibido, como era de esperar, serias objeciones.

Pero don Gregorio no se ha limitado a opinar sobre España y sus lenguas. En el III Congreso Internacional de la Lengua Española, en noviembre del 2004, escandalizó a los asistentes cuando, contestando a una intervención del poeta Ernesto Cardenal en defensa de las lenguas en peligro de extinción, dijo, muy suelto de huesos, que:
si no hubieran ido desapareciendo lenguas en el transcurso de la historia, porque en sus hablantes triunfó la fuerza de intercambio sobre el espíritu de campanario, no habríamos alcanzado el nivel de civilización en que nos hallamos y sólo existirían lenguas mínimas, lenguas de tribu o incluso simplemente familiares. […] Que muchas de esas lenguas minúsculas se van extinguiendo es evidente, pero no hay que lamentarse, porque eso quiere decir que sus posibles hablantes, los que las han ido abandonando, se han integrado en una lengua de intercambio, en una lengua más extensa y más poblada que les ha permitido ensanchar su mundo y sus perspectivas de futuro
Gregorio Salvador ABC, 19 de enero del 2005
Como lo leen. Para Gregorio Salvador, el nivel de civilización en que nos hallamos fue posible gracias a que han desaparecido ciertas lenguas. Pocas veces encuentra uno en estos tiempos una expresión que, de manera tan directa, combine una causa tan incompatible con su presunta consecuencia (aunque la misma idea se repite de manera menos cruda en muchas partes). No contento con eso, don Gregorio escribió unos meses después un artículo en ABC, que llamó sin tapujos “Lenguas minúsculas”, donde no solo se reafirmaba sino que añadía más detalles en la misma dirección:

Añado ahora que una lengua desaparece cuando muere la última persona que la hablaba y lo único triste de ese suceso es la muerte de esa persona. […] En América y en África quedan bastantes de esas lenguas minúsculas y todo esfuerzo por mantenerlas no es más que una aberración reaccionaria, todo hay que decirlo. Esas pobres gentes tuvieron que padecer, históricamente, a conquistadores, encomenderos, exploradores y colonos. Y, por si no hubieran tenido bastante, hay quien pretende mantenerlas, desvalidas, en su exigua prisión lingüística, ajenas e ignorantes del mundo que con nosotros habitan, con todo lo bueno o lo malo que este les pueda ofrecer, para regalo acaso de obstinados antropólogos, entretenimiento de gramáticos imaginativos y orgullosa satisfacción de políticos desnortados y pusilánimes.
Gregorio Salvador ABC, 19 de enero del 2005

Como debería ser evidente, hay un pequeño problema con este último argumento. Los conquistadores, encomenderos, exploradores y colonos que, según Salvador, esas pobres gentes tuvieron que padecer, son precisamente quienes trajeron el español y es la lengua de sus descendientes la que todavía amenaza hoy las lenguas nativas. La destrucción de las lenguas ha sido precisamente una parte crucial del padecimiento que el propio Salvador reconoce. El vicedirector de la RAE promueve una forma integración de los hablantes de lenguas minúsculas, que no es otra cosa que una estrategia para destruir los últimos restos de las redes sociales que sostienen tales lenguas—como había dicho antes, las lenguas solo desaparecen cuando se quiebran las redes de intercambio que sostienen a sus hablantes.

El principio general que debería seguirse con respecto a las lenguas es respetar el derecho de cada uno a hablar la lengua que quiera. La integración, en condiciones dignas, es un objetivo loable, necesario y urgente, por supuesto. Pero no tiene por qué ser en español. La defensa de las lenguas minúsculas no es incompatible con la búsqueda de sociedades mejor integradas. Hablar castellano por sí mismo no libera a nadie.

No nos corresponde a nosotros decidir si los hablantes de las lenguas en peligro de extinción deben mantener o abandonar sus formas de vida o su lengua. Ese es su privilegio. Y aunque la desaparición de las lenguas precisamente muestra que eso es lo que están decidiendo, no es inútil preguntarse si acaso tomarían una decisión diferente si pudieran sostener y mejorar sus condiciones y al mismo tiempo conservar su lengua. Salvador crudamente sugiere que el abandono de una lengua minúscula en favor de la mayúscula es siempre para mejor. Pero, aunque tal podría ser el caso algunas veces, no tiene por qué serlo siempre. No veo nada de malo en defender una integración y una efectiva mejora de las condiciones de vida de las personas, sin que ello pase por el abandono de sus lenguas. El contacto exterior y el progreso no son incompatibles con la preservación de las lenguas: el uso de las lenguas mayoritarias no es un paso ni suficiente ni necesario para la mejora de las condiciones de vida.

Una cosa es que no impidamos la decisión de los usuarios de abandonar su lengua (nadie tendría que impedir eso) y otra muy distinta es que nos tengamos que alegrar por eso, bajo la excusa de que ese paso mejorará sus condiciones de vida. Ni la conservación ni el abandono de una lengua tienen por sí mismos la más mínima relación con el mejoramiento de las condiciones de vida de sus usuarios. Los esclavos africanos, por ejemplo, cuyas redes sociales fueron evidentemente destruidas, no abandonaron sus lenguas para mejorar su condición personal o social, sino, bajo el rigor del látigo, para mejor servir a sus amos. Nótese que uno podría estirar el argumento y decir que los esclavos “mejoraron” su condición precisamente porque podían servir mejor a sus amos (recibían menos latigazos, digamos). Pero esto es tramposo porque presupone que la violencia que destruyó las formas de vida de esas personas está justificada, y que de algún modo “la decisión” de adaptarse a su papel de esclavos (aprendiendo la lengua del amo, por ejemplo) es un resultado digno de elogio.


Y dicho sea de paso, cabría preguntarse qué sentido tiene hablar de lenguas minúsculas (incluso si ponemos a un lado el sentido despectivo del término). En Paraguay, por ejemplo, al menos cuatro de cada cinco personas habla guaraní (y el 30% de la población habla solo guaraní), pero el estado funciona (y ha funcionado siempre) totalmente en español. ¿Es el guaraní minúsculo en Paraguay? ¿Debería desaparecer? ¿deberíamos alegrarnos si desapareciera? ¿Pedir que el estado funcione también en guaraní es mero obstinamiento antropológico? ¿es solo para entretenimiento de gramáticos imaginativos y orgullosa satisfacción de políticos desnortados y pusilánimes? Nótese que la proporción de hablantes de guaraní en Paraguay es mayor que la proporción de hablantes de español en Europa: ¿es minúsculo el español en la Unión Europea? ¿debería desaparecer? ¿no deberían defenderlo los políticos desnortados y pusilánimes? Curiosamente, fue el propio Salvador quien encabezó la protesta en defensa de la minúscula ñ, cuando la UE pretendió eliminarla de los tableros de computadoras.

Don Gregorio acaba de publicar un libro, uno más, que recoge sus reflexiones sobre el estado del español. Lo ha llamado Noticias del reino de Cervantes, prestándole una frase a Arturo Uslar Pietri. No tengo a la mano el libro, pero sus declaraciones nos permiten imaginar la línea central de argumentación (ver aquí ciertas críticas). Como hablante y estudioso del español, nada me alegra más que el español florezca y prospere. Pero es injusto negarles la misma alegría a los hablantes de otras lenguas. ¿Por qué no pueden todas las lenguas prosperar juntas? El reino de Cervantes no tiene por qué ser el reino de la opresión y la exclusión: el respeto mutuo (expresado, por ejemplo, a través del bilingüismo) es una alternativa mucho más razonable. Sospecho, además, que así lo habría querido Cervantes.

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