Tuesday, April 03, 2007

 

Mujer del arte

La batalla de Sekigahara, en octubre del 1600, dio inicio al Periodo Edo, una de las más prósperas épocas en la historia del Japón (entonces recientemente unificado). Casi todas las imágenes populares sobre la cultura japonesa que pululan en Occidente provienen de los fundamentales cambios asegurados en esa época: la mitificación de los samurais (que coincide, no por casualidad, con el paulatino abandono de su tarea guerrera y su conversión en una aristocracia muelle), la reformulación laica del Confucionismo, el teatro Kabuki, el encumbramiento de la ciudad de Tokio (Edo es el antiguo nombre de Tokio), los últimos Shogunes y, por supuesto, las geishas. Es el periodo que inicia la urbanización del país, la cual inmediatamente provoca, entre las clases altas y desocupadas, ese espíritu festivo, ya citadino aunque todavía cortesano, que en japonés viene a llamarse Ukiyo (“mundo acuático” o “mundo que flota”), y que da vida a barrios enteros llenos de teatros, actores, actrices, comediantes, pintores, bares, bailarines, damas de compañía, borrachos, poetas, malabaristas: era la bohemia de su tiempo. Es en este ambiente donde las geishas hacen su primera aparición, como una compleja mezcla de cantante, bailarina y especialista en conversaciones amenas---una especie de vedette (en el sentido francés) o entertainer, como se dice en inglés. Geisha significa literalmente “persona que vive del arte”, es decir, “artista”---al parecer, las primeras geishas fueron hombres, pero pronto se convirtió en una profesión puramente femenina.

En un clima como el del Ukiyo, y especialmente para los ojos occidentales, no era siempre fácil distinguir entre estas vedettes y las damas de compañía sin aspiraciones artísticas. Sin embargo, hacia el final del Periodo Edo, las geishas se habían establecido firmemente como artistas de prestigio e incluso alcanzaron dimensiones políticas, pues, según es fama, en sus casas se planearon las conspiraciones que terminaron con el shogunato e iniciaron la Restauración Meiji (1868), que es también la época de apogeo de las geishas---incluso fuera del Japón, gracias a la gira occidental de Madame Sada Yacco, a quien el propio Picasso le hizo un retrato (en la foto de la derecha). La confusión entre geisha y prostituta no se detuvo, sin embargo, especialmente porque muchas prostitutas, en un intento por disimular su profesión, se llamaban geishas a sí mismas (incluso surge para este caso la denominación onsen geisha, que puede traducirse como “geisha caliente”).

Y si en algún lugar se confundieron bastante las cosas fue precisamente en Occidente, donde geisha ha sido prácticamente sinónimo de prostituta. Pero la expresión misma no se hizo demasiado popular en las lenguas occidentales hasta después de la SGM (gracias, sobre todo, a la ocupación norteamericana de Japón). Es más, el Diccionario de la Real Academia (DRAE) incorporó esa voz recién en el 2001, usando la definición japonesa tradicional:

geisha
(Voz jap.)
1. f. En el Japón, muchacha instruida para la danza, la música y la ceremonia del té, que se contrata para animar ciertas reuniones masculinas.
Diccionario de la Real Academia

La huella de esa noción en el español, sin embargo, parece ser más antigua. En la edición de 1884, el DRAE introdujo por primera vez un apartado en la entrada mujer: mujer del arte, la cual (junto con mujer de la vida airada, mujer del partido, y otras) se define escuetamente como ramera. Esta frase, con ese mismo sentido, sigue hoy en el DRAE, como me lo ha recordado recientemente Silvia Cacciatori Filloy, artista plástica uruguaya, que ha elaborado un interesante trabajo sobre esa peculiar frase (y otras 104 del mismo tipo, a las cuales pretende, con toda justicia, reivindicar).

No está claro, por supuesto, cuál es la exacta relación entre la palabra japonesa geisha y la expresión española mujer del arte. Pero la segunda bien puede ser una traducción de la primera y se incorporó al DRAE a finales del XIX, precisamente el siglo de la apertura de Japón hacia Occidente y la edad dorada de la actividad de las geishas japonesas (el origen puede ser también geiko, literalmente “mujer del arte”, nombre que se les daba a las geishas más talentosas en Kyoto). No parece una simple casualidad. Adicionalmente, mujer del arte, no se usa en español siempre en la forma reportada por el DRAE, y de hecho, nada hay en la frase en sí que aporte ese significado (así que quizá proviene de otra parte).

He aquí algunos usos de mujer del arte que no siguen la definición académica:
Premio "Mujer del Arte y la Gastronomía". Para la Diseñadora de Moda Amaya Arzuaga de Vitoria. Una Mujer con mucho éxito Internacional y un amplio bagaje en el mundo de Moda.
Gastronomía Hoy

Nelly ha representado mucho para esta Casa en su calidad de Presidenta de la Junta Departamental y de Presidenta de la Comisión de Cultura. Ella ha engalanado esta Junta Departamental. Fue una mujer del arte y también del ámbito público y del ámbito jurídico. También fue una mujer que ha dejado su huella en el teatro nacional.
Junta Departamental de Montevideo - Acta 1.312

No en vano el presidente Ernesto Samper Pizano, al entregarle la Cruz de Boyacá, en el grado más alto (el presidente Gaviria ya se la había impuesto, en un grado inferior), en ceremonia multitudinaria, en el Teatro Metropolitano de Medellín, calificó a Débora como la “Más grande mujer del Arte Colombiano”, y comparó su rebeldía y su altivez con las de la legendaria Violeta Parra, cantante favorita del ex presidente de Colombia.
De la urbe digital
Ver también: Hombre público, mujer pública

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