Friday, November 24, 2006

 

La lengua como tótem

Como nos han explicado innumerables veces antropólogos y psicólogos (de Frazer a Harris, pasando por Freud, Jung y Lévi-Strauss), las sociedades humanas, desde siempre y en todas partes, tratan desesperadamente de convertir el caótico flujo de lo sensorial en un sistema que provea sentido y dé orden y estructura a los infinitos detalles de la experiencia cotidiana. Una de las herramientas empleadas para lidiar con esa constante tarea es el tótem. Fue Frazer (en La rama dorada) quien, con abundancia de datos etnográficos, mostró que el pensamiento mágico es en verdad una manera de hurgar en las relaciones de causalidad entre los eventos del mundo, y que la adscripción de un tótem a un clan o grupo familiar es una sofisticada forma de organización comunitaria, una especie de cuidadoso registro civil---que, entre otras muchas cosas, establece alianzas, enuncia y sostiene metas comunes y regula la procreación (evitando el incesto). Quienes comparten un tótem se deben, al menos en teoría, mutua lealtad y apoyo, no deben casarse entre ellos, forman una familia. Pero un tótem no es exactamente lo mismo que un moderno apellido; es un objeto del mundo exterior, generalmente un animal, una planta, un cerro, un árbol, que se convierte en algo sagrado y crea un tabú a su alrededor: no se puede cazar o comer (si no es bajo cierto ritual), no se puede destruir, no se puede modificar, no se puede insultar, nadie puede apropiarse de él; a veces, no se le puede ver cara a cara, no se le debe nombrar. Es algo que defender, que proteger.

Hay que cuidarse de pensar que esta manera de concebir el mundo es "primitiva" o que "los contemporáneos" somo ajenos a ella. Ya Freud y Levi-Strauss se encargaron de establecer cuán conectadas están esas concepciones con las prácticas de todos los seres humanos.

Para muestra, dos botones.

Como mencionamos en el post anterior, hace unos días, con motivo del anuncio oficial del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, el Presidente de Colombia, el país anfitrión, se quejaba de un presunto "maltrato" al idioma con estas palabras:
hoy uno encuentra, en personas con un alto nivel intelectual, repetir permanentemente: han habido. [...] Preocupante la manera como hemos estrechado el lenguaje, y preocupante la manera como lo maltratamos.
Palabras del presidente Álvaro Uribe durante el lanzamiento del IV Congreso Internacional de la Lengua Española, 7 de noviembre del 2006
Don Alvaro Uribe se refiere aquí a la muy extendida práctica de pluralizar el verbo haber en oraciones existenciales (Han habido dos guerras mundiales, por ejemplo). Nótese esta extraordinaria atingencia: incluso las personas con un alto nivel intelectual hablan así. Uribe no dice que quienes "maltratan el idioma" son tontos o ignorantes. Dice que pluralizar el verbo haber en estos casos es incorrecto incluso si así lo hacen las personas "cultas". Esto es peculiar porque se supone que la norma académica representa la práctica idiomática de las personas cultas; el discurso prescriptivo justifica sus dictados en el supuesto prestigio de las opciones que recomienda, prestigio que proviene del hecho de que así hablan las personas con un alto nivel intelectual. Si eso ya no es verdad, ¿cómo sabemos qué es correcto y qué no? Muy simple: creamos un tótem; convertimos la lengua en un objeto exterior, independiente de sus hablantes, le erigimos una estatua y creamos un conjunto de tabúes a su alrededor: nadie la puede tocar, nadie la puede cambiar, hay que defenderla, protegerla. Cualquiera que la use debe hacerlo como nosotros le indicamos, o incluso, convertirse en uno de nosotros, ser uno de nosotros. Y ocasionalmente, la veneramos, le rendimos culto, protestamos ritualmente contra quienes la maltratan. El prescriptivismo es, a la larga, un elaborado intento por convertir una lengua en un tótem, que marca territorio, simboliza a un grupo y otorga autoridad y prestigio a sus defensores---no es que esté basado en el prestigio, sino que lo crea, lo inventa.

Contra lo que alguno podría pensar, no es una costumbre exclusiva de las élites o de los privilegiados. La tentación prescriptivista surge tan pronto como una comunidad alcanza una mínima conciencia metalingüística y, como con cualquier otro tótem, necesita distinguir lo propio de lo ajeno. Otro ejemplo de totemización de la lengua, esto es, otro caso de actitud prescriptivista extrema, nos lo proporciona la reacción de los pueblos mapuches ante la nueva versión del sistema operativo Windows en mapudungun, su lengua. Estos acusan a Microsoft de haberles robado su idioma:

los líderes mapuches acusaron a la firma estadounidense de violar su herencia cultural y colectiva con la traducción del software en mapudungun sin su permiso.
Incluso enviaron una carta al fundador de Microsoft, el multimillonario Bill Gates, en la que acusaron a la compañía de "piratería intelectual". "Nos sentimos pasados a llevar con la decisión de Microsoft y del Ministerio de Educación (de Chile) en cuanto a establecer un convenio sin nuestro consentimiento, sin nuestra participación, sin la más mínima consulta," dijo Aucán Huilcamán, líder del Consejo de Todas las Tierras.
Chile.com 23 de noviembre del 2006

Esto es peculiar porque, estrictamente hablando, Microsoft (que ya ha hecho lo mismo con varias otras lenguas americanas) no podría haber traducido Windows al mapudungun por sí sola. Necesariamente habrá tenido que consultar con al menos uno de esos hablantes. Por lo tanto, exactamente como en el caso de Alvaro Uribe y la variante normativa, esta vez el líder mapuche Aucán Huilcamán está diciendo que no basta ser hablante de mapudungun para decidir qué hacer con la lengua, que el mapudungun es un objeto exterior, totémico, sagrado, intocable, que solo se puede usar siguiendo un determinado ritual.

No faltará quien observe que los mapuches está aprovechando esta ocasión para subrayar su condición de minoría desposeída, esto es, para avanzar su agenda política. Por supuesto, esto es verdad. Pero lo mismo está haciendo Uribe: al erigirse como campeón ultrapurista, se reviste del prestigio que su mismo discurso está creando, legitimando su autoridad. Esa es precisamente la magia del tótem: al elegir arbitrariamente un objeto para que nos simbolice, prestigiamos ese objeto, y en retorno, ese prestigio mismo nos ensalza, en un permanente ciclo de retroalimentación. Es decir, a fin de cuentas, el discurso prescriptivo no es otra cosa que una herramienta para la negociación del poder. Esa es la razón de su constante presencia en nuestras prácticas comunitarias.

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Comments:
Un análisis objetivo y acertado, a mi parecer. Últimamente he oído mucha gente hablar de explicaciones mágicas alrededor de las cosas. Al parecer está regresando la tendencia a este tipo de creencias, incuso entre los estudiosos científicos, y hasta en los filósofos. Me pregunto qué será esa carácterística innata o adquirida que le provoca al hombre una necesidad de poder.

Es interesante este fenómeno en la lengua porque es tal vez el único tipo de discriminación que casi todos comparten y muy pocos identifican.

Yo, por mi parte, he observado un fuerte movimiento prescriptivista en las comunidades online, pero en inglés. Muchos de los que las frecuentan han leído mucho y tienen un criterio amplio sobre diversos temas. Otros están de paso y generalmente comenten muchos errores ortográficos o simples "typos", que se le denomina al error involuntario al teclear texto.

Muchos de los que tienen buen criterio y cuidado con su discurso escrito son prescriptivistas a un nivel extremo. Pero esto no es lo que me sorprende. Es el hecho de tantas personas acepten como válido el argumento de que el cometer un error ortográfico o "typo" desacredita la opinión del que la cometió, sin importar el tema en cuestión tenga o no que ver con la lengua en sí. Este argumento falaz se utiliza innumerables veces en paneles de discusión, comentarios en blogs y cualquier otro medio público de expresión online. En algunos casos, el afectado monta en cólera, en otros, acepta la "derrota" sin chistar. Muy pocas veces he visto a alguien señalar con tranquilidad que la acusación no tiene que ver con el tema y no invalida lo que se quiso decir.

Esta ola prescriptivista del inglés escrito se ha esparcido tan ampliamente por la internet, que actualmente existen campañas por medio de videoblogs de puristas que pretenden enseñarle al resto del mundo cómo se escribe bien el inglés, bajo la pretensión de quererles evitar futuras situaciones embarazosas.
 
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