Wednesday, July 04, 2007

 

El Reino de Cervantes: ¿a costa de las "lenguas minúsculas"?

Desde hace ya varios años, don Gregorio Salvador ha venido conduciendo una fiera batalla en defensa del castellano. No ha sido, a diferencia de lo hecho por otros, ni un terco encierro en trincheras puristas, ni una alborotada protesta por la novedad. Al contrario, el actual vicedirector de la RAE, como pocos de sus colegas, ha mostrado siempre una disposición amable hacia el cambio lingüístico y una postura razonable frente a la diversidad al interior del español, incluido el Spanglish (no en vano, es un dialectólogo). Su buen juicio, sin embargo, se ha visto nublado en varias ocasiones por su nacionalismo español. Sus opiniones sobre la situación lingüística en la Península han sido todo menos objetivas y serenas, y han recibido, como era de esperar, serias objeciones.

Pero don Gregorio no se ha limitado a opinar sobre España y sus lenguas. En el III Congreso Internacional de la Lengua Española, en noviembre del 2004, escandalizó a los asistentes cuando, contestando a una intervención del poeta Ernesto Cardenal en defensa de las lenguas en peligro de extinción, dijo, muy suelto de huesos, que:
si no hubieran ido desapareciendo lenguas en el transcurso de la historia, porque en sus hablantes triunfó la fuerza de intercambio sobre el espíritu de campanario, no habríamos alcanzado el nivel de civilización en que nos hallamos y sólo existirían lenguas mínimas, lenguas de tribu o incluso simplemente familiares. […] Que muchas de esas lenguas minúsculas se van extinguiendo es evidente, pero no hay que lamentarse, porque eso quiere decir que sus posibles hablantes, los que las han ido abandonando, se han integrado en una lengua de intercambio, en una lengua más extensa y más poblada que les ha permitido ensanchar su mundo y sus perspectivas de futuro
Gregorio Salvador ABC, 19 de enero del 2005
Como lo leen. Para Gregorio Salvador, el nivel de civilización en que nos hallamos fue posible gracias a que han desaparecido ciertas lenguas. Pocas veces encuentra uno en estos tiempos una expresión que, de manera tan directa, combine una causa tan incompatible con su presunta consecuencia (aunque la misma idea se repite de manera menos cruda en muchas partes). No contento con eso, don Gregorio escribió unos meses después un artículo en ABC, que llamó sin tapujos “Lenguas minúsculas”, donde no solo se reafirmaba sino que añadía más detalles en la misma dirección:

Añado ahora que una lengua desaparece cuando muere la última persona que la hablaba y lo único triste de ese suceso es la muerte de esa persona. […] En América y en África quedan bastantes de esas lenguas minúsculas y todo esfuerzo por mantenerlas no es más que una aberración reaccionaria, todo hay que decirlo. Esas pobres gentes tuvieron que padecer, históricamente, a conquistadores, encomenderos, exploradores y colonos. Y, por si no hubieran tenido bastante, hay quien pretende mantenerlas, desvalidas, en su exigua prisión lingüística, ajenas e ignorantes del mundo que con nosotros habitan, con todo lo bueno o lo malo que este les pueda ofrecer, para regalo acaso de obstinados antropólogos, entretenimiento de gramáticos imaginativos y orgullosa satisfacción de políticos desnortados y pusilánimes.
Gregorio Salvador ABC, 19 de enero del 2005

Como debería ser evidente, hay un pequeño problema con este último argumento. Los conquistadores, encomenderos, exploradores y colonos que, según Salvador, esas pobres gentes tuvieron que padecer, son precisamente quienes trajeron el español y es la lengua de sus descendientes la que todavía amenaza hoy las lenguas nativas. La destrucción de las lenguas ha sido precisamente una parte crucial del padecimiento que el propio Salvador reconoce. El vicedirector de la RAE promueve una forma integración de los hablantes de lenguas minúsculas, que no es otra cosa que una estrategia para destruir los últimos restos de las redes sociales que sostienen tales lenguas—como había dicho antes, las lenguas solo desaparecen cuando se quiebran las redes de intercambio que sostienen a sus hablantes.

El principio general que debería seguirse con respecto a las lenguas es respetar el derecho de cada uno a hablar la lengua que quiera. La integración, en condiciones dignas, es un objetivo loable, necesario y urgente, por supuesto. Pero no tiene por qué ser en español. La defensa de las lenguas minúsculas no es incompatible con la búsqueda de sociedades mejor integradas. Hablar castellano por sí mismo no libera a nadie.

No nos corresponde a nosotros decidir si los hablantes de las lenguas en peligro de extinción deben mantener o abandonar sus formas de vida o su lengua. Ese es su privilegio. Y aunque la desaparición de las lenguas precisamente muestra que eso es lo que están decidiendo, no es inútil preguntarse si acaso tomarían una decisión diferente si pudieran sostener y mejorar sus condiciones y al mismo tiempo conservar su lengua. Salvador crudamente sugiere que el abandono de una lengua minúscula en favor de la mayúscula es siempre para mejor. Pero, aunque tal podría ser el caso algunas veces, no tiene por qué serlo siempre. No veo nada de malo en defender una integración y una efectiva mejora de las condiciones de vida de las personas, sin que ello pase por el abandono de sus lenguas. El contacto exterior y el progreso no son incompatibles con la preservación de las lenguas: el uso de las lenguas mayoritarias no es un paso ni suficiente ni necesario para la mejora de las condiciones de vida.

Una cosa es que no impidamos la decisión de los usuarios de abandonar su lengua (nadie tendría que impedir eso) y otra muy distinta es que nos tengamos que alegrar por eso, bajo la excusa de que ese paso mejorará sus condiciones de vida. Ni la conservación ni el abandono de una lengua tienen por sí mismos la más mínima relación con el mejoramiento de las condiciones de vida de sus usuarios. Los esclavos africanos, por ejemplo, cuyas redes sociales fueron evidentemente destruidas, no abandonaron sus lenguas para mejorar su condición personal o social, sino, bajo el rigor del látigo, para mejor servir a sus amos. Nótese que uno podría estirar el argumento y decir que los esclavos “mejoraron” su condición precisamente porque podían servir mejor a sus amos (recibían menos latigazos, digamos). Pero esto es tramposo porque presupone que la violencia que destruyó las formas de vida de esas personas está justificada, y que de algún modo “la decisión” de adaptarse a su papel de esclavos (aprendiendo la lengua del amo, por ejemplo) es un resultado digno de elogio.


Y dicho sea de paso, cabría preguntarse qué sentido tiene hablar de lenguas minúsculas (incluso si ponemos a un lado el sentido despectivo del término). En Paraguay, por ejemplo, al menos cuatro de cada cinco personas habla guaraní (y el 30% de la población habla solo guaraní), pero el estado funciona (y ha funcionado siempre) totalmente en español. ¿Es el guaraní minúsculo en Paraguay? ¿Debería desaparecer? ¿deberíamos alegrarnos si desapareciera? ¿Pedir que el estado funcione también en guaraní es mero obstinamiento antropológico? ¿es solo para entretenimiento de gramáticos imaginativos y orgullosa satisfacción de políticos desnortados y pusilánimes? Nótese que la proporción de hablantes de guaraní en Paraguay es mayor que la proporción de hablantes de español en Europa: ¿es minúsculo el español en la Unión Europea? ¿debería desaparecer? ¿no deberían defenderlo los políticos desnortados y pusilánimes? Curiosamente, fue el propio Salvador quien encabezó la protesta en defensa de la minúscula ñ, cuando la UE pretendió eliminarla de los tableros de computadoras.

Don Gregorio acaba de publicar un libro, uno más, que recoge sus reflexiones sobre el estado del español. Lo ha llamado Noticias del reino de Cervantes, prestándole una frase a Arturo Uslar Pietri. No tengo a la mano el libro, pero sus declaraciones nos permiten imaginar la línea central de argumentación (ver aquí ciertas críticas). Como hablante y estudioso del español, nada me alegra más que el español florezca y prospere. Pero es injusto negarles la misma alegría a los hablantes de otras lenguas. ¿Por qué no pueden todas las lenguas prosperar juntas? El reino de Cervantes no tiene por qué ser el reino de la opresión y la exclusión: el respeto mutuo (expresado, por ejemplo, a través del bilingüismo) es una alternativa mucho más razonable. Sospecho, además, que así lo habría querido Cervantes.

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Comments:
Barbaras las criticar que hiciste a las tonterías de Gregorio Salvador. Pero en la entrevista que enlazas con Epoca 24h, este directivo de la Real Academia de la Lengua dice algunas verdades que yo conozco de primera mano.

1. Si vives en Cataluña, tus hijos no podrán estudiar en castellano, en las esucleas públicas solo pueden hacerlo en catalán . ¿Crees normal que alguien en su país no pueda estudiar en su lengua materna?

2. ¿No era eso, impedir la enseñanza en la lengua materna, lo que hizo Franco con los que hablaban catalán, vasco y gallego?

3. Si se denuncia esta discriminación fascista-franquista contra las lenguas minoritarias españolas ¿no se tendría que hacer lo mismo cuando la discriminada es la lengua mayoritaria? ¿No es la misma discriminación al fin y al cabo?

4. ¿Entenderías como lingüista que por defender y fomentar el guaraní en algunas regiones paraguayas no se pudiera estudiar en castellano?

Me gustaron tus comentarios pero creo que esto se te pasó por alto.

¿No podrías escribir algo sobre esta situación que se vive en España?

Chau
 
Sí, la situación en España es peculiar (pero muy interesante), y la información que me llega es contradictoria (dependiendo de cada uno de los lados del debate). Ya pondré un post al respecto.

Pero hay algo muy impostante que tiene relación con las opiniones de Salvador y lo que tú dices aquí.

Si acaso es verdad que a alguien, en cualquier lugar, se le niega la posibilidad de estudiar y vivir en su lengua materna, entonces se está cometiendo un atentado contra uno de sus derechos básicos. De eso no hay duda. No tiene la más mínima importancia si la lengua en cuestión es mayoritaria o minoritaria.

Pero ese no es el criterio que usa Gregorio Salvador, quien parece creer que el español es, de algún modo misterioso, superior a todas las otras lenguas con las que está en contacto y que debe imponerse siempre. Ese no puede ser el criterio que regule una política lingüística.

A nadie se le debe impedir hablar la lengua que quiera: castellano, guaraní, catalán, inglés o lo que sea. En regiones bilingües, el sistema educativo debería ofrecer la opción de estudiar en la lengua materna, así como la opción de estudiar en las otras lenguas, si eso es lo que los padres y alumnos quieren. No es esa la conclusión que se saca de las declaraciones de Salvador, sin embargo.
 
NO se como puede haber opiniones contradictorias cuando se habla de hechos, y es un hecho que en las escuelas públicas catalanas la educación solo se ofrece en catalán. Así lo establece la ley catalana, esto es precisamente lo que denuncia Gregorio Salvador en el artículo que enlazaste de Epoca 24h.

Dice muchas pendejadas este hombre pero precisamente en esta entrevista está muy conciliador. Yo entiendo que cada uno luche porque no se discrimine a su lengua y entiendo que un directivo de la Academia Española luche por defender el castellano.

Si en mi país me prohibieran estudiar en mi lengua materna, yo me sentiría tan enojado como cualquier catalán cuando Franco les prohibió hablar en catalán.

Es curioso que gente que ha padecido la injusticia traten ahora con la misma injusticia a los demás.

Puede que yo no lo sepa entender bien, pero como ofreciás ese enlace para apoyar tu opinión de que Gregorio Salvador había perdido el buen juicio a causa de su nacionalismo, me gustaría que dijeras en qué parte exacta de esa entrevista te basas para decir eso.

Chau
 
Hola Miguel,
Interesantísimo artículo. Yo estudié en Barcelona en castellano, pero eso fué en la época de Franco. Mi sobrina estudió en la Barcelona reciente, y en catalán. Pero habla castellano con su abuela (mi tía), quien a pesar de ser catalana de pura cepa habló siempre en castellano en casa, con mis abuelos, ya que él (mi abuelo)venía de Huelva. Y la niña cambia del castellano al catalán perfectamente, según esté con uno o con otro. Y por mí, cuando visité Barcelona hace unos años, todos cambiaron al español, a pesar de que a algunos les costaba mucho. En fin... tema complicado. Coincido con tu postura plenamente.
 
Miguel,

Felicitaciones por tu sustentación. Cuando estaba en la Católica y era tu alumna había quedado tan encantada con tus clases que me dio curiosidad leer tu tesis. Así que la pedí en la biblioteca y la leí. Me pareció estupenda. A pesar de que mis conocimientos de lingüística son bastante limitados, siempre has tenido una manera clara y sencilla de hacerte entender a cualquiera. Leer uno de tus trabajos, ya sea un ensayo, artículo o tesis, es realmente una satisfacción. Te deseo lo mejor.

Sobre el tema de tu blog del 29 y el de hoy, yo me he visto varias veces intentando explicarle a algien la importancia de la lengua materna para cualquier individuo, y de que no se trata de simplemente decirles "¿por qué no aprenden castellano, pues?"

Muchos de ellos operan bajo la noción de que el idioma, como tantos otros "medios de comunicación", debe tomar el camino de la globalización, y que cualquier intento de defender una "lengua muerta" (supongo que los que las hablan son zombis), es un intento de sabotear la política capitalista y dar espacio a un tipo de nacionalismo o comunismo terco.

En el fondo, como muchas veces sucede, la lengua pasa de un plano cultural a uno de intereses político-económicos. Tal vez la próxima vez que alguien use este argumento flaco, deba decirle "si fuera tú, entonces, comenzaría ya a aprender chino mandarín".
 
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